Tendría que ser ilegal enamorarse. O por lo menos una acción asistida, evaluada y consciente.
Si la lógica y sus leyes, los estatutos, los códigos, las legislaciones fueron creadas para protegernos a nosotros mismos (de los demás y de nosotros mismos) ¿Qué nos protege o ampara de la hipotética frustración desencadenada por sucesivos encuentros infelices, reales o ficticios , procedentes de experiencias, accidentales o intencionadas, que hayan permitido la libre interpretación de un estado de satisfacción y contención emocional como un axioma especificado y (aparentemente) conocido como amor? Al que jamas ninguna ciencia, doctrina, escuela, disciplina, academia ni cualquier orden o organización que haya contemplado el estudio y/o/u la observación de hechos y acontecimientos ha podido diagnosticar seriamente.
¿No es negligente introducirse a un mundo anónimo a la ciencia y el razonamiento? ¿O es el mero deseo de la aventura como motor de la vida misma, íntima al genoma humano que busca participar, definir y sentir lo que hace?
¿Puede haber algo más que la intención enceguecida de buscar la calamidad y el masoquismo, suponiendo intervalos de este como las expresiones del amor?
¿Existen otras razones para la búsqueda de alcanzar, definir, sentir, juzgar, tocar, vivir, probar el amor?
¿Existe algo que nos incite a amar más allá del miedo a la soledad o la atracción física?
Nubes con forma.
Alguna canción.
Ver atardecer.
Los perfumes.
Un invierno.
Tu caricia.
Cada beso.
Un color.
Árboles.
Reírse.
Un fa.
Alba.
Vos.
Yo.
Por: Juan Manuel Vazquez
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