Parece que somos la generación Ni, Ni, Ni


¡Qué bueno que el mundo sigue pensando en los jóvenes!

Según un estudio de la consultora Adecco, que cuenta con datos de la Organización Internacional del Trabajo y con el aval del Ministerio de Educación, en nuestro país el 17,3% de los chicos de entre 18 y 24 años ni estudia, ni trabaja, ni busca empleo. Es decir, son Triple NI.

“Son todos una manga de pajeros”, dirá algún criticón con olor a naftalina; pero conociendo a mis coetarios, me inclino a pensar que estos números reflejan a una generación desganada, producto de una escuela con pocos recursos y que solo ve como opción laboral trabajos precarizados.

En Argentina son 4,4 millones los chicos que tienen entre 18 y 24 años. De ese total, 1.086.000 (24,6%) no estudia ni trabaja, y de ese millón, 765.000 tampoco busca laburo. Si uno empieza a escarbar más en estos números, el panorama se vuelve un poco más desalentador.

Por ejemplo, del total de los Triple Ni, 589.000 (77%) son mujeres y 176.000 (23%) son varones. Esto se explica porque cada vez son más las chicas que tienen que dejar sus estudios o trabajos para dedicarse al cuidado de hijos, hermanos, padres o tíos.
Otro dato que asusta es que el 59% de los jóvenes que sí trabaja, lo hace en negro. O sea que más de la mitad tiene un trabajo precario, con todo lo malo que eso implica. Esto termina siendo un desánimo a la hora de pensar en un próximo laburo y deja truncos varios de los sueños y anhelos con los que uno entra a la juventud, esa etapa sobre la que tanto te prometen.

Según el autor del estudio, Martín Padulla, “el problema de los triple ni es, en gran medida, educativo. Esos jóvenes no tienen herramientas para insertarse en el mercado laboral y eso los desalienta”.

Y sí, a veces parece que el sistema educativo usa metodologías repletas de telarañas para enseñar conceptos que dejaron de ser valiosos el mismo día que se pensaron. Nadie discute la importancia de saber lo que son “los vientos alisios” o si la escarapela la inventaron French y Beruti, pero no puede ser que la escuela se siga limitando a enseñar solo este tipo de contenidos.

Hace falta una formación integral de la persona, que contemple a los chicos no como esponjas que absorben datos, sino como personas, con todo lo que eso significa.

Lo terrible, es que este vetusto y desigual sistema educativo convive con un mercado laboral que en vez de abrazarte, te expulsa. El estudio muestra que el 52% de los jóvenes no trabaja de lo que estudió y el mayor problema que encuentran a la hora de buscar trabajo de lo que estudiaron es que les exigen tener experiencia previa.

¿Cómo querés que tenga experiencia previa si para darme mi primer laburo me pedís experiencia previa?

Hacen falta leyes que fomenten el trabajo joven, pero que sea trabajo de verdad. A principio de año el Gobierno firmó un convenio con Mc Donalds para que contrate pibes. Poner hamburguesas adentro de un pan es un parche al déficit de empleo, pero no es la solución. ¿Si solo esto es trabajo, trabajo para qué?

Por supuesto que estos números reflejan algo más que un sistema educativo anacrónico y un mercado laboral restrictivo. El problema es mucho más grande, pero lo cierto es que empezando por ajustar estas dos tuercas, capaz que podemos lograr que la próxima generación sea SÍSÍSÍ.

 

Leé el informe “Empleo joven e informalidad en Argentina“.

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