You’ve got your mother in a whirl 
She’s not sure if you’re a boy or a girl
Hey babe, your hair’s alright
Hey babe, let’s go out tonight

Rebel Rebel- David Bowie | 1974

Llegamos a su casa sin saber a quién nos íbamos a encontrar. Nunca antes lo habíamos visto, ni siquiera estábamos seguros de su nombre. Mi hermano lo vio bailar una noche en Club 69, una fiesta por Palermo, y quedó atrapado por su imagen.

Al otro día lo buscó en Instagram y le propuso entrevistarlo. Enseguida se copó. Le ofreció que fuéramos a su casa a hacer la nota. Fuimos un jueves a la noche, unas horas antes de que se tuviera que ir a laburar.

Tocamos timbre y nos atendió con un “ya bajo babie”. Los tres nos miramos y sonreímos. Salió del ascensor completamente maquillado pero vestido de entre casa. Nos saludamos y me presenté:

“Me llamo Tomás.”
“Yo también” me respondió contento.
“¿Y cómo te decimos? ¿Tomás o Miuka?” le preguntó mi hermano.

La verdad, que mientras escribo esto no me puedo acordar su respuesta, pero creo que probablemente haya dicho: “da igual”.

Su departamento era todo lo contrario a lo que nos habíamos imaginado. Si bien había pelucas y vestidos en el hall de entrada, el living y el balcón, tenía todo el aspecto de una típica casa familiar de clase media.

“¿Vivís con alguien?”
“Con mis papás y mi hermano, pero no están, tenían una cena” nos respondió.

Ninguno de los tres se imaginó esa respuesta. Basados en nuestros propios estereotipos y prejuicios, nos habíamos hecho la idea de que un drag queen no podía compartir la casa con sus viejos. Qué lindo saber que nos equivocamos.

“¿Cuántos años tenés?”
“22”
Otra respuesta que también nos sorprendió.

Tomás nos contó que cuando era chico hacía teatro y comedia musical y que fue a partir de la actuación que empezó a maquillarse. Lo hacía para interpretar personajes pero también como forma de arte. A cada obra que plasmaba en su cara le sacaba una foto que después compartía en redes sociales.

Aunque las imágenes eran celebradas por sus seguidores, Tomás se daba cuenta que no eran perfectas. “Se me veía la cara maquillada y el pelo de varón, por eso le pedí a mi papá que me compre pelucas, tocados y pañuelos grandes”. Así fue como de a poco, las imágenes dejaron de mostrar a un hombre maquillado para empezar a mostrar a una mujer.

De distintos boliches y fiestas lo contactaron para que participara en shows. Tomás tenía todo para pararse en el escenario salvo una cosa, le faltaba un nombre. Eligió Miuka, en homenaje a la diseñadora Miuccia Prada y como especie de apellido Underground, una palabra que usaban muchas transformistas de los 90, la década en la que él nació.

La palabra drag quiere decir en inglés vestirse con ropa del sexo opuesto. Algunos dicen que es el acrónimo de dressed as [a] girl (vestirse como mujer). Los primeros registros impresos de su uso son de 1870. A diferencia de las personas travestis o transexuales, los drags como Tomás no viven su vida como mujer, si no como hombre. Se draguean solamente para trabajar y por eso, muchas veces, su vestimenta y maquillaje son llevados al extremo.

“Yo vivo mi vida como hombre. Que sea transformista no quiere decir que esa sea mi condición para toda la vida o del día a día” nos aclaró Tomás mientras se delineaba los ojos.

Para él su orientación sexual nunca fue un problema. Desde muy chico se dio cuenta que era gay y aunque iba a un colegio de rugbyers, nunca se sintió discriminado, incluso sus amigos son los mismos que arrastra desde el secundario.

A modo de reflexión nos dijo que la discriminación se da “porque la gente le tiene miedo a lo que no conoce” y por eso él cree, que viviendo sin miedo cada una de sus elecciones, ayuda a que otras personas empiecen a conocer y capaz que también, a sacarse los prejuicios.

Dirección y edición: Juan Pablo Ballester
Producción periodística: Tomás Vio y Pablo Vio

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