Por Nacha Morales
“Interminable fiesta de la vida” versa mi bio de Instagram. Podría, además, agregar: militante del disfrute, defensora de momentos felices y así…
Amo las fiestas, los actos, los cumpleaños, los ritos que demuestran que las cosas pasan.
Recuerdo mis cumpleaños llenos de granas de colores, pulseritas de plástico, colonias infantiles, tortas con forma de Frutillitas que me hacía mi mamá con el molde que alquilaba en el almacén de Gomez. Mis amigos de la escuela, mis primos, todas y todos los del barrio; mis tíos, mis abuelos, bisabuelas, mis viejos y mis cinco hermanos; el perro, la gata y los dos conejos. ¿Tantos íbamos a ser?
Sí, éramos tantos y hoy seguimos siendo un montón.
Siempre hay una excusa para poner la mesa, para prender el fuego, para que alguien mande “¿Qué se hace hoy?” y se ponga en marcha lo que un querido amigo llama maquinaria de amor.
No siempre festejamos cumpleaños.
A veces solo festejamos que las cosas pasan, que somos estos, que somos esto y, que a pesar de todo, seguimos festejando.
El texto surgió del Taller de Escritura Creativa de Revista Wacho
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