Por Adriana Cubillos Andrade
Embebida en los pensamientos de mi noche oscura del alma
noche eterna, eternísima alimentada sádicamente con procastinación
indecisión y temores regordetes y saludables
en esta sórdida placidez permisiva con la que evadirse
de esta “realidad que me niego a alucinar”
desde el refugio recóndito de mis hoy agónicas y putrefactas fantasías juveniles
confusa, entre las inverosímiles certezas pestilentes en las que raptan mis días de “adulta”
con los lastres lancinantes y autoperpetuadores que me atan a tierra,
penetrando crónica y repetidamente las heridas siempre frescas, siempre friables,
mareada, desorientada, sedienta de sociego, nauseósa, agotada, rendida.
Niebla, confusión, densidad, oscuridad boscosa….
inmersa, abstraída en lo que encuentro en mi cabeza, ensimismada,
en ese transe Ericksoniano insano… en el que he caído sin quererlo…
en el que me pierdo y autoperpetúo
mirada de muñeca de porcelana,
inerte fijada ausente hacia la nada.
Aparecen tus patitas, irrumpes en esa eternidad maldita de mi propia oscuridad, y me ves,
me miras, y con un diminuto maullido se rompe el trance, entonces un trocito de vida
un trocito calentito bigotudo y suavecito del lado ying del universo aparece en mi negrura,
apareces tu, puntito de luz en mis oscuridades, atraviesas sin miedo la venenosa nube que irradio
ajena, te posas en mi regazo, recordatorio de la vida circundante,
lates tibia y serena como la vida olvidada,
te siento, tu pequeño cuerpecito, tu diminuto peso …
recordándome que no hago parte del mundo espectral pese al purgatorio en el que irrumpes,
tu con esa autoridad tan enorme e incongruente con tu materialidad
no preguntas, te abres camino, sigilosa…
pasas por esas sarzas… con la mirada fija..
avanzas decidida …. absorta te veo aparecer…
visión preciosa entre las fealdades que me habitan…
imperial pequeña tigresa,
te posas en mi pecho, me usas… soy tu lecho,
recostada suspiras, y ahí te quedas, calentándome el corazón,
eres como un lucerito protagónico en mi noche ,
irrumpes en la oscuridad… la haces tuya, brillas en ella,
quietita, duérmes, plácida, y hermosa,
respiro … te respiro, te huelo, te siento, entonces me siento… viva
soy tu humana,
contigo en mi pecho… quebrando mi inercia
contigo en mis días… puede ser que amanezca,
puede ser que un día se logre ver el cielo desde los bosques agrestes de mis intrincados pensamientos
tu tibio pecho contra el mío me recuerda que hay ocasiones…
extrañas ocasiones, en que en la vida… hay amaneceres,
tu, pequeño puntito de belleza, habitas en mis amnesias, ajena al hastío
duermes, puntito de luz, lucerito, duermes sin tener idea
de tu poderosa, dulce y diminuta magia.
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