Más de un sábado mi vieja me dijo “estuviste todo el día tirado en la cama riéndote como un tarado. Ya estás grande para ver dibujitos”.
¿Dibujitos? No entendés nada má, Los Simpsons nutren mi cerebro.
A la hora de querer entender algo, son por lejos más efectivos que cualquier escuela, religión y filosofía.
Por ejemplo, con los papás de Millhouse aprendí lo traumático que puede ser un divorcio, gracias al Líder entendí lo manipuladoras que pueden ser las religiones, con el monorriel que la corrupción es asesina, con Margo los límites del adulterio, con la Venus de Milo el poder de influencia de los medios y con la muerte de Maude Flanders lo solitaria que puede ser la viudez.
Si, todos temas grosos, ninguna boludez.
A veces pienso que cuando los que estamos entre los 35 y los 20 dominemos el mundo la forma más fácil de entendernos va a ser usando ejemplos amarillos.
Los Simpsons son irreverentes sin faltar el respeto, eruditos sin volverse aburridos e irónicos sin quedar en off side.
Por eso, por más de que los nuevos capítulos no estén tan buenos o que aparezcan miles de series nuevas en Netflix, Los Simpsons nunca van a dejar de ser mi programa preferido.
Hoy se cumplen 29 años desde que se estrenó el primer capítulo. Intento pensar cual fue el episodio que más me gustó y se me complica. Hay muchos muy buenos: Don Barredora, Los Magios, El Gato, El Barón de la cerveza, El Limonero, El Submarino, El Sr. X, Max Power, El hijo de Burns, Javier, Homero en el espacio, El de Michael Jackson, Detrás de las risas, Homero en la Universidad. ¡Uh! Podría llenar carillas enteras.
Pero como hoy es una fecha especial, hago un esfuerzo y elijo un solo capítulo. Uno para ver a manera de festejo. Pienso mucho y llego a la conclusión de que el mejor para este momento es el de Frank Grimes. Lo tiene todo. Moraleja, muerte, Homero y grandes frases de Burns.
Listo para arrancar otro día de flojera. ¿Cuál capítulo elegís vos?
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