Los 8 discos que me cambiaron la vida


Primero lo primero: ¿por qué ocho discos y no diez como en todos los típicos conteos? Simplemente porque fueron ocho los que cambiaron mi vida. O los que me abrieron de alguna manera y poco a poco los ojos a nuevos sonidos, culturas, lugares y personas. No se trata de un ranking donde escupo por gusto los mejores álbumes que escuché alguna vez. Tiene que ver con recuerdos, historias, momentos que me marcaron y que la música estuvo ahí para acompañarme. Temas que me hicieron crecer, que me mostraron nuevas realidades y que formaron parte de mi personalidad.

Seguramente haya muchos discos más que me marcaron y que quizás hoy esté olvidando, pero entre líneas de recuerdos te dejo estos ocho que si nunca escuchaste te los recomiendo con total honestidad. Quizás alguno a vos también te termine cambiando la vida.

Attaque 77 – Trapos

Fue seguramente mi primer acercamiento al rock. Me acuerdo que tenía 12 años, cursaba el sexto grado del colegio y hasta ese momento tenía algunos cassetes grabados de Los Abuelos de la Nada, Calamaro y algunos temas de Soda Stereo. Pero creo que por ese entonces me costaba mucho diferenciar entre la calidad de los sintetizadores pop que sonaban en las radios y lo que podía llegar a generar en mí un estruendoso y distorsionado riff de guitarra.

La mañana podía ser cualquiera, la rutina era la misma: mi vieja despertándome para ir al colegio con un nesquick en bandeja y el control remoto de la tele al lado para poner un poco de música antes de arrancar el día. ¿El canal? Subía y bajaba entre MTV y Muchmusic dependiendo lo que iban pasando. Y fue en ese momento, casi sin esperarlo, que me encontré con un Ciro Pertusi muy arriba en el ranking Much cantando el clásico Hacelo Por Mi en vivo en un Obras que estallaba por donde se lo mire. Nunca hubiese pensado que esa mañana me iba a encontrar con quizás uno de mis discos preferidos, por sentimiento y por nostalgia, que hoy sigo teniendo y atesoro entre clásicos de los Stones, The Who, Pink Floyd y Led Zeppelin: Trapos, grabado en vivo en Obras en 2001.

No sé exactamente cuándo llegó a mis manos el disco, pero estoy seguro que no tardó en cambiarme la vida: a partir de ahí se me abrió la puerta a géneros como el punk, el hard-rock, el grunge y hasta seguramente hizo que hoy pueda escuchar un buen disco de electrónica sin ninguna queja.

The Clash – London Calling

Mi disco preferido por donde se lo mire. Si tuviera que armar un ranking, creo que no tendría duda en ponerlo en el número uno. Si dije que Trapos me abrió la puerta al punk, London Calling me dio las llaves de todo el resto de los sonidos, para que los abra y los descubra cuando quiera.

Creo que llegué a escucharlo por una recomendación que leí en una vieja Rolling Stone. Ya estaba en séptimo grado, creía que me comía el mundo y qué mejor manera de demostrar mi “rebeldía” que con unos buenos temas de protesta. Pero London Calling era eso y mucho más… Desde la oscuridad del tema que le daba nombre al disco pasando por un blues en Brand New Cadillac, un influencia reggae en el clásico Rudie Can’t Fail, moviendote de lado a lado con un ska como Revolution Rock o unos latigazos pop y pegadizos como Train in Vain o Spanish Bombs.

El 17 de agosto de 2002 entre abrazos, besos y tirones de orejas me llegó un pequeño paquete envuelto que venía de una disquería que quedaba en Paseo del Sol. Adentro se escondía algo tímida una edición brasileña de London Calling y a partir de ahí la voz de Joe Strummer quedó inmortalizada para siempre en mi memoria.

Sex Pistols – Never mind the bollocks…

El punk siguió siendo el género que marcó mi adolescencia. Y si London Calling de The Clash había cambiado mi vida, lo que siguió fue sin dudas escuchar a los Sex Pistols y entender porqué en los ’70 cambió la de muchos adolescentes londinenses que andaban perdidos y que encontraron en estos desfachatados una especie de consuelo.

Suenan mal, pero no les importa. Improvisados pero es parte de su juego. Desprolijos y hasta algo inentendibles. Eso son los Sex Pistols, una banda que con un solo disco logró cambiar la historia de la música para siempre. Y que una vez que los escuché entendí porque el rock es mucho más que hacer buenas canciones; es cultura, cambiar el juego y darle a la gente algo en qué creer.

The Rolling Stones – Let It Bleed

Seguramente para muchos no sea lo mejor de los Stones y quizás no le llegue a los talones a clásicos como Exile On Main Street o Sticky Fingers, pero para mí fue la puerta de entrada a uno de los grupos más significativos de mi vida. Creo que llegó a nuestra casa porque la revista Rolling Stone vendía una colección de los “discos indispensables” y los compramos con mi hermano cerca del verano 2002 o 2003. En ese momento pasábamos nuestros eneros en Brasil y Let It Bleed no paró de sonar tardes enteras en las que la voz de Jagger y los riffs de Richards decoraban la puesta del sol en un caluroso Cachoeiras.

T.Rex – Electric Warrior

Cuando lo escuché por primera vez me enamoré de Marc Bolan sin saber si era un hombre, una mujer, un fantasma, un extraterrestre o lo que fuese. Su voz era pura sensualidad. Yo recién transitaba mis 13 o 14 años y entendía poco a poco que “ser un hombre” no era sólo esa imagen barata que me vendían en la tele del estereotipo de “macho”.

Bolan me lo demostraba tema a tema en Electric Warrior y me hacía entender mucho más de lo que me contaban en el colegio o en mi casa. El boogie de sus riffs, su suave voz y sus odas enamoradizas que lo transformaron en un verdadero ícono del glam rock de los ’70 hicieron que no me diera miedo ponerme unas zapatillas de cebra, un saco de pana o hasta un pañuelo animal print cuando recién cumplía 14 años. ¡Gracias Marc!

Pearl Jam – Ten

Mi banda preferida no podía faltar en este túnel del recuerdo. Pearl Jam es hoy sin dudas el grupo que me acompaña en todo momento: un viaje en bondi, una caminata a las 3 am, tirado en la cama antes de dormir o un día que simplemente quiero aislarme y sentir la voz rasposa de Vedder pegarme directo en el pecho. Y este disco, bueno qué decir… es perfecto para mí por donde se lo mire.

Ten nació en el ’91 cuando varios de los integrantes de Pearl Jam venían de una época complicada luego de la muerte de Andrew Wood. Y con la ayuda de Eddie Vedder se las ingeniaron para en poco tiempo crear uno de los manifiestos de rock más crudos y atormentados de la historia del rock.

Desde el comienzo rabioso de Once, pasando por clásicos como Black o Jeremy y terminando en una oda de nueve minutos al padre de Eddie, Ten es una biblia de momentos que me transporta por diferentes rincones de mi vida y me eriza la piel como ningún otro disco.

Arctic Monkeys – AM

Para mí acá los Arctic Monkeys se coronaron como una de las grandes –sino la mejor…- bandas de los últimos 20 años. No podría describir el cosquilleo que me generó escuchar por primera vez el riff de Do I Wanna Know? y como ese incesante juego entre las cuerdas de Alex Turner electrificó todo mi cuerpo cuando de corrido y casi sin aviso llegó R U Mine?

AM no me llegó de casualidad, trabajaba en radio y hace un tiempo que venía esperando el nuevo disco de los Arctic Monkeys porque Suck It and See me había parecido una linda obra de arte, pero “el álbum negro” de los monos ingleses me hizo creer nuevamente en que el rock tiene todavía muchas vueltas de tuercas más que dar hasta morirse como muchos dicen que está.

Chet Faker – Built on Glass

A Chet Faker le debo quizás mi gran acercamiento a la música electrónica. Género que seguramente no entendía hace algunos años atrás y hoy empiezo de a poco a enaltecerlo. Y Built On Glass, el primer y único disco de estudio del australiano, me hizo entender que hay mucho más detrás de un tipo en un boliche metiendo temas a rolete…

Había estado viviendo en Australia y había escuchado uno de sus temas sin darle mucha importancia. Pero después, unos meses después, mi hermano me pasó un link por Facebook. Estaba trabajando en una calurosa oficina en Barcelona y no veía la hora de irme a mi casa a relajarla con mis “nuevos compañeros de piso” en la amada ciudad donde Messi juega al fútbol. Le puse play al link y sonó Gold. A partir de ahí mis minutos, horas y días del verano catalán tuvieron a Chet Faker como gran protagonista y hasta el día de hoy me acompañan cuando quiero relajarme con una cerveza bien fría.

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