“La naturaleza sabe mejor cómo hacer las cosas”


Por Bernardita Ponce Mora.

Fotos: Gentileza Jan Touzeau.

Eduard Müller Castro, académico costarricense, disertó en octubre de 2016 en la XV Asamblea de la Confederación de Parlamentarios de las Américas (COPA) en la Legislatura de Salta.

En el comienzo de su carrera científica, era veterinario y se dedicaba a investigar algo muy específico que solo cuatro personas en el mundo hacían. “Yo sentía que no podía cambiar el mundo desde donde estaba y me vi en la obligación de cambiar mi vida. La gente me decía que estaba loco”.

Promovido por su inquietud, fundó la Universidad de Cooperación Internacional en su país natal, Costa Rica. “Hoy tenemos más de 4 mil graduados en más de 50 países, pensando diferente. Sin embargo, me estoy dando cuenta de que eso no va a ser suficiente. Tenemos que ir a una formación masiva de la mano de las plataformas virtuales”, planteó.

¿Cree que el cambio climático solo es producido por acción del ser humano y no también por otras causas? ¿Por qué?

El cambio climático es inducido por el ser humano y es una consecuencia de un cambio global, que tiene otros efectos que han impactado aún más fuerte en el planeta, como la pérdida de diversidad biológica y la contaminación planetaria por nitrógeno por la agricultura química. Eso excede los límites planetarios más allá del cambio climático, aunque este se está acelerando muy rápidamente.

La ciencia está muy clara desde hace más de 20 años. Los políticos y el sector corporativo, que no querían aceptarlo, producían información contraria. Es similar a lo que se hizo con el tabaco. Las empresas tabacaleras dijeron que este no producía cáncer y eso es mentira.

Las industrias petroleras también financiaron campañas desde los años 60. Ellas sabían, a través de sus propios científicos, que iban a generar cambio climático.

Estamos ante otra extinción planetaria y nunca hemos estado más informados y con más ciencia explicándonos por qué estamos desapareciendo o por qué vamos a desaparecer. Sin embargo, nadie considera esa información para tomar decisiones.

¿De qué manera las empresas financian campañas contrarias?

Uno de los criminales más grandes a nivel mundial en términos de cambio climático fueron los primeros petroleros, como los Rockefeller, que compraban patentes de energías alternativas y las congelaban para que no salieran a la luz. El primer auto que circuló, siete años antes del de gasolina, era eléctrico, con una autonomía de 80 km. Luego, las empresas de automóviles de EEUU en los años 20 del siglo pasado financiaron la dependencia del ser humano del automóvil. Contrataron a un grupo de expertos para que obligaran a la gente a usar auto y nosotros compramos el cuento.

A partir de la Cumbre de Nueva York, comenzó a decaer el reino de los petroleros. Muchos están buscando alternativas o países con la estupidez necesaria para implementar la explotación petrolera.

No es cierto que dependemos del petróleo ni que tenemos que depender de él durante los próximos 40 años. Hay suficiente tecnología para hacer una transformación muy rápida. Lo vemos en Alemania, donde las empresas energéticas grandes, basadas en el uso de carbón mineral, quebraron, y las de energía renovable crecen.

No se trata de hacer grandes campos solares donde hay que deforestar 60 metros de ancho por cientos de kilómetros de largo y luego cargar y transmitir esa energía. La alternativa más correcta sería tapar todos los techos de las ciudades y de los pueblos con placas solares y usar la electricidad directo del techo. Hay sistemas de almacenamiento adecuados, aunque no todos son sostenibles porque usan litio. Hay que comprometerse con lo mejor, aunque no sea lo perfecto.

¿Qué impacto tiene el cambio global sobre la salud de las personas?

Es múltiple. Hace 8 o 9 años estuve en Tucumán, les dije que en pocos años iban a estar con dengue y se rieron. En estos momentos las enfermedades transmitidas por vectores, sobre todo mosquitos, han ampliado su rango por aumento de temperatura. Pero también tenemos otros impactos, como las inundaciones. La mayoría de las propiedades agrícolas no siguen los protocolos de seguridad, tienen los fertilizantes y agroquímicos en alguna bodega y, cuando eso se llena de agua, seguimos procesos de contaminación de alimentos y de acuíferos.

Argentina tiene ríos contaminados. Eso es subsidio perverso del Estado porque da concesiones a empresas que violan los procesos tecnológicos. Hay suficiente tecnología para que no existan lixiviados en depósitos de residuos, pero ser permisivo es ser cómplice y eso es corrupción. Yo no creo que el Estado deba invertir en limpiar los ríos, las empresas que lo contaminaron deben pagar por ello.

Al quedarnos callados como gobernantes, somos cómplices de un proceso que, además de ilegal, es perjudicial para la sociedad.

Foto: Jan Touzeau Entrevista Hotel Almerian Salta a Dr Eduard Müller Castro UCI universidad para la cooperacion internacional San José Costa Rica
Fotos: Gentileza Jan Touzeau

¿De qué manera influye el modelo económico actual?

Hemos heredado un planeta totalmente inequitativo. El 1% de la población mundial tiene más que 7.500 millones de habitantes. Algunos economistas nos convencen de que este modelo es el único que puede funcionar, pero eso fue fundamentado en mentira.

Tenemos concentración de poder. La Argentina autoriza a vender territorio a corporaciones extranjeras con el pretexto de que van a desarrollar al país. Eso es una falacia y nunca ha ocurrido. Lo que hace es generar mayor exclusión y pobreza. ¿Quién va a pagar las consecuencias? Una desforestación de 5 mil hectáreas termina disminuyendo la capacidad de recarga acuífera y el resultado es la falta de agua. Esas empresas deben financiar la traída de agua de otros sitios para sustituir la que se va a perder. Mientras esas empresas no incorporan ese valor en sus costos reales, estamos hablando de corrupción.

Usted dijo que no va a ser viable seguir produciendo ganadería en 20 años porque el clima no lo va a permitir. ¿Se puede predecir esto también en la Argentina?

Yo creo que para todo el mundo. La ganadería hoy produce más gases de efecto invernadero que todo el sistema de transporte mundial. Entonces: o nos morimos o bajamos el consumo de carne. Para un país como la Argentina cuesta mucho, pero hay alternativas. Yo compro carne en una ganadería que mitiga todas sus emisiones de carbono. Han regenerado miles de hectáreas de bosque para capturar el carbono de nuevo. Se puede producir diferente. Las universidades siguen formando ingenieros agrotóxicos y veterinarios que no entienden el proceso real.

Hay que tener mucho cuidado porque conozco muchos vegetarianos que basan su dieta en la soja y esta es igual o peor porque genera una gran cantidad de emisiones de carbono por la destrucción de los suelos, que se vuelven inertes por el glifosato. Además, el uso de transgénicos produce enfermedades, aunque haya universidades que publiquen que estos son seguros.

Hice un estudio para la Organización Panamericana de la Salud hace unos años, leí muchísimos documentos y no encontré uno, que no fuera financiado por las empresas transgénicas, que dijeran que son seguros. Estamos viendo el surgimiento de muchas enfermedades, como la intolerancia al gluten, que es producida por el uso de transgénicos. Esta nace porque se cambió la genética del trigo y el cuerpo ya no lo reconoce como el alimento que estaba acostumbrado a ingerir durante 12 mil años. Entonces, habría que cobrarle a esas empresas y a los políticos que las promueven por el daño hecho a la población humana.

¿Cuál es su opinión sobre la reforestación donde se hizo desmontes?

Los bosques artificiales no funcionan como ecosistemas naturales. He visto en el sur de la Argentina que donde se pierde un bosque de araucarias, se mete bosque de pinos. Eso es un desierto verde desde el punto de vista biológico-ecológico. Mi experiencia en reforestación es que nunca llega a ser igual a la regeneración natural asistida. La naturaleza sabe mejor cómo hacer las cosas. Los árboles en los bosques nativos no nacen a pleno sol. En su estado natural, crecen protegidos por el bosque y, cuando llegan a adultos, sobresalen. Ese efecto no se tiene cuando se planta arbolitos en fila.

¿Por qué cree que es importante el arbolado urbano?

El arbolado urbano, ojalá con especies nativas diversas, aumenta las posibilidades de que la vida regrese también a las urbes y permite que especies silvestres también vivan en la ciudad. Eso mejora no solo la parte paisajística y de contacto de la gente con la naturaleza, sino que también está más que comprobado que la arborización puede bajar entre 3 a 5 grados centígrados la temperatura de la ciudad. Podemos hacer un proceso de adaptación al cambio climático bajando la temperatura con árboles.

¿Por qué cree que es importante disminuir los niveles de consumo?

Los seres humanos estamos consumiendo 1,6 planetas. No tenemos el “,6”. Eso se llama huella ecológica global. Nuestra población ha aumentado 4 veces en los últimos 100 años, pero el consumo promedio mundial ha aumentado 9 veces por persona. Si tomamos tu vida y la mía, nuestro consumo será 100 o 200 veces superior al de nuestros abuelos. Yo recuerdo ir con mi madre al mercado y todo se servía con una pala en una bolsa que llevábamos. Hoy uno va al supermercado y cuando llega a su casa tiene un montón de basura: telgopor, plásticos, de todo lo que no necesita. Antes había un teléfono por casa, hoy la gente tiene uno o dos teléfonos y espera que salga el nuevo modelo para comprarlo. Eso hace que la extracción de recursos naturales sea 36 veces mayor que hace 100 años. El planeta no lo aguanta y no tenemos planeta B.

Tenemos que regenerar esta Tierra. Esto obliga a la sociedad a actuar con mucha vehemencia contra el sector corporativo que, perversa y corruptamente, ha metido obsolescencia programada. Yo tengo camisas de hace 30 años y de hace un mes. No tengo camisas de hace uno o dos años porque ya no duran eso. He intentado cuidar mi celular lo más que puedo y no he logrado llegar a tres años porque algo se descompone. Los autos están programados para tener que ser renovados. Eso es corrupción y el consumidor es el único que puede decidir. Si dejamos de consumir el último “I”, esa empresa va a tener que empezar a ser mucho más racional.

Necesitamos economía circular, donde todo se reutilice, como hacían nuestros ancestros. No puede haber un desecho al final. Todo tiene que ser reutilizado por la misma empresa. Cuando una empresa como Coca-Cola que, además de vender veneno hace 115 años -veneno es lo que vende, porque no es un alimento; es malo para los niños, para los adultos, genera diabetes y obesidad-, le dan premios por ir a limpiar la orilla de un río o una playa de su propia basura. Esta empresa debería recoger cada una de las botellas que lanza. Eso sería verdadera responsabilidad.

¿Cuáles considera que son las tres cosas -en orden decreciente- que más impacto tienen en el ambiente?

Lo que más impacta al planeta es la pérdida de diversidad biológica. Casi el 60% de la cobertura terrestre está con niveles de diversidad biológica por debajo de los necesarios para que funcionen los ecosistemas. Estamos acabando la vida y no hay desarrollo que lo justifique. ¿Para qué seguir deforestando a cambio de desarrollo económico para pocos, si no va a haber quien sobreviva en un desierto?

La pérdida de diversidad biológica no es un tema del osito panda, sino de la vida. El suelo agrícola es un ecosistema que tiene que estar vivo y los plaguicidas que se usan matan todo lo que se mueve para aumentar la tendencia de seguir comprando químicos. Si uno regenera el suelo, hay una baja de producción durante siete años. Después, la productividad orgánica es muy superior a la química y no genera daños colaterales como el cáncer y otras enfermedades.

El segundo tema es el exceso de nitrógeno. Hay noticias de que a una playa llegan toneladas de calamares o peces que aparentemente están sanos, pero, muertos. Eso es porque ingresaron a una zona muerta marina, es decir, cientos de miles de kilómetros cuadrados sin oxígeno en el agua. El nitrógeno es un fertilizante que hace que las algas, al crecer, consuman el oxígeno. Eso modifica la vida en ríos, lagos, acuíferos y océanos.

El tercero es el cambio climático, que viene a complicarnos la vida porque tiene efectos que aumentan la pérdida de diversidad biológica y exacerban los efectos de nitrógeno. Es un círculo vicioso que potencia los daños planetarios que hacemos y hará que la vida en el planeta sea casi imposible.

¿Qué experiencias de los pueblos indígenas se pueden tomar para vivir con mayor respeto a la naturaleza?

Hay algunos pueblos indígenas que ya perdieron su conocimiento ancestral y se comportan igual que los campesinos, pero hay otros que todavía lo mantienen. El tema es que los ancianos se mueren y no tenemos mucho tiempo para recuperar ese conocimiento. Yo he visto experiencias exitosas en México.

Hay un lacandón, Manuel Castellanos, que recupera ecosistemas degradados caminado con una bolsita en la que lleva semillas de un tipo de madera balsa de rápido crecimiento. Sopla y las esparce. Donde caen, crece un árbol que produce una sombra increíble y unas hojas grandes que tapan el suelo y matan todas las malas hierbas, sobre todo los helechos, que son difíciles de controlar con químicos. Después de dos años, no hay helechos y esa materia orgánica que se produce genera un campus de humus de 40 o 50 cm de profundidad.

Estaba con él por el bosque a las 5 de la mañana. Después de una hora de caminata, pasamos por una planta de papaya y le dije: “Don Manuel, ¿podemos desayunar con un pedazo de papaya?”. Él me dijo: “No, porque esa papaya atrae los tucanes y ellos traen en sus heces estas semillas, que me traen este, este y este árbol”. Usando el conocimiento tradicional de más de siete mil años, él ha logrado que el bosque se regenerara.

Ellos tienen conocimientos que, si logramos rescatar a tiempo, puede regenerar la forma en que hacemos las cosas. Ese conocimiento no lo logra tener un académico con ningún doctorado o posdoctorado, sentado en un pedestal de cristal en un cuarto piso de una universidad. Muchos son tan arrogantes que no consideran al campesino, menos en las poblaciones indígenas.

Según lo que plantea, el futuro es negro. ¿Qué solución posible encuentra?

Actuar rápido, muy rápido. No tenemos 20 años. Hay que movilizar y educar masivamente. No podemos esperar que el sistema educativo tradicional cambie las cosas. Necesitamos usar las redes sociales inteligentemente, realizar acciones conjuntas e involucrar a los jóvenes para que se sientan responsables. Hay que trabajar con ellos y ayudarlos a que ellos mismos se generen su futuro.

Para mí, ese futuro negro lo podemos hacer de colores si empezamos ya a regenerar el ecosistema, el ambiente, paisajes que funcionen, la sociedad, que está en el camino equivocado; la cultura, que amalgama a nuestra sociedad y nos hace diferentes de los europeos o los japoneses; la política, que está degenerada.

Solo vamos a hacer esa regeneración, si regeneramos el componente espiritual de cada ser humano: la ética, los valores, los principios, la sensación de familia, que se ha perdido, y el valorar a la gente por lo que es y no por lo que tiene. No puedo aceptar que una relación de pareja se valore por el precio de los regalos que se hacen. Lo que hace el amor de las familias es esa relación, esa responsabilidad que tenemos con nuestros seres alrededor: familiares, amigos, comunidad, ciudad, país. Eso solo se modifica tocando el corazón de la gente, no la billetera.

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