Hoy se cumplen 20 años del estreno de la Piedra Filosofal en Argentina. 20 años de que muchxs de nosotrxs flashearamos ser magos y creyéramos sí, que la magia realmente existía (?). De soñar con esa pelotita dorada, escobas voladoras y querer, aunque sea por un día, cambiar un Mundial por una final de Quidditch. De buscar ramitas en parques y pensar que si le poníamos mucha, pero mucha energía, se podía transformar en esa varita de saúco con pluma de dragón y que claro que podríamos tirar un par de “wingardium leviosas” cuando algo no nos gustara.
Se cumplen 20 años de una generación que creció par a par con un mago que tenía cara de nene, una cicatriz en la frente y anteojos que se llevarían el bullyng del año. Pero no, esa marca en forma de trueno y esas gafas pasaron a ser un ícono y rompieron estúpidos estereotipos. Sí, más de uno hasta habrá querido usar anteojos para intentar ser Harry por un momento y evitar con una capa de invisibilidad algún examen o clase muy aburrida. Y de un poder femenino que se hizo ícono. De esa nerd con rulos que era directa, inteligente, valiente y que encima, tenía la posta para todo.
Es pensar que si decíamos el nombre del innombrable (que prefiero todavía ni decirlo…) nos podía pasar algo malo. Y querer un amigo gigante como Hagrid siempre al lado.
Son 20 años de ir al cine con amigxs, de llenar el balde pocholo dulce y salir riendo con la ingenuidad más pura que se podía tener. Son esos minutos extras hasta que tus viejos te busquen y el “nos vemos mañana” sin Whatsapp ni celular. 20 años es una eternidad, dos décadas, peinar las primeras canas y recordar momentos como estos aunque muchas veces, te cuesta acordarte hasta lo que hiciste ayer.
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