Por: Leandro Lodosa.
Sacando un recuerdo del montón me sumerjo en un viaje sin verdad, pero lleno de figuras y espacios. Un rato en este mundo y el presente se desvanece, deviene silenciosamente, sin molestarnos. Barco en aguas calmas, velas dobladas y un viento narcótico del sur.
Imposible abandonar ahora este mundo hermoso, su forma se mantiene pero los dibujos que contiene se abren y cierran con una celeridad solaz. Países por descubrir, con el barco quieto y sin apuros; el viento nos reclama más velocidad, pero los países de mi memoria son y serán un misterio en constante metamorfosis de interpretación.
Mi pecho está por explotar de arte, me inundan las imágenes y me ahogo en páginas quebradizas. Miro un ojo y se abre un mundo, miró dos y exploto. Te acercas y me diluyo entre las tablas del banco, tus labios son lisérgicos y reaniman mis visiones por dias.
Ahora vuelvo, volteo, miro la caja collage que me regalaste un día, en el parque, y me asombra la fatalidad del presente, que ya no podría forjar semejante orfebrería, fruto de un espíritu femenino inocente y puro como el tuyo. Retazos de playas y mares, cielos nublados, horizontes, intercalados alrededor de la caja. En su interior las pinceladas borrascosas y coloridas me recuerdan el suave vaivén de tus manos, delicado movimiento, divina caricia de color como la que dejaste en mis mejillas ese dia.
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