Como ya habrán podido notar, en Wacho somos decididamente unos retorcidos. Por eso, en vísperas del Mundial, en lugar de contar historias sobre futbolistas que lo hayan jugado preferimos buscar la de uno que nunca lo hizo.
En medio de este latente auge de jugadores africanos y musulmanes como Salah y Mané y su desafío de articular la competencia con el Ramadán, nos es imposible no recordar la historia de un tal George Tawlon Manneh Oppong Ousman Weah, oriundo de Liberia que comenzó su vida como cristiano, cambió al islam y luego volvió, y que además tiene entre sus primeros logros el de ser el primer africano –y también el primer no europeo – en ganar un Balón de oro. Si para cualquiera de nosotros puede sonar como un sueño toda esta cuestión, imagínense lo que habrá sido para el niño Weah.
Para cuando George nació (1966), en una isla en las afueras de Monrovia, capital de la Republica de Liberia, la situación de su país era la siguiente: William Tubman era presidente hacía 23 años y el único partido político existente ostentaba el poder desde el año 1869.
La historia de este partido -y por ende también la historia “moderna” de Liberia – comienza en el año 1821, cuando Robert Stockton de la American Colonization Society desembarca en la península ubicada en la costa atlántica de África donde hoy se ubica Monrovia. Muy amablemente el joven estadounidense obliga al jefe de la tribu, el rey Peter, a venderle las tierras a su compañía a cambio de algunos objetos materiales, y en ese humilde acto, esas tierras se convierten en el lugar donde irán a parar todos los ex esclavos del sur de EE.UU. que sean liberados.
Para 1847, año en el que EE.UU. les da rienda suelta a los liberianos permitiéndoles fundar la “República de Liberia”, se estima que fueron trasladados alrededor de 13.000 ex esclavos con la difícil misión de acoplarse a un país. Además, estos forzados colonos no representaban ni el 1% de la población de su nuevo territorio que estaba compuesta por sus “más o menos antepasados” y con quienes deberían trabajar en conjunto. Los invasores no pudieron más que imitar el único sistema social que conocían, es decir, la esclavitud. Solamente que esta vez, serían ellos los que estuvieran arriba.
Treinta años más tarde crearon el True Whig Party, integrado en su totalidad por estos nuevos américo-liberianos que gobernarían para su exclusivo bienestar manteniéndose de la explotación y el comercio de esclavos, primero legal y luego ilegalmente. Pasó mucho tiempo desde la consolidación de este sistema hasta el nacimiento de nuestro protagonista (casi 100 años), el mundo cambió y la esclavitud terminó, pero aún así el poder de Liberia siguió en manos de los mismos. William Tubman murió en 1971 y en su reemplazo el partido puso al vicepresidente William Tolbert.
Para ese año George tiene cinco y se cría con su abuela paterna, como lo indica la tradición de la etnia a la que pertenece, los Kru. En la isla olvidada de Bushrod lucha contra la pobreza mientras en Monrovia Tolbert exacerba la corrupción de su antecesor. La gente (a esta altura tanto américo-liberianos como nativos empujados a la ciudad) sale a las calles a pedir por comida y el presidente les responde a los tiros. La tolerancia del pueblo comienza a agotarse y el poder de los invasores es cuestionado por primera vez en la historia.
En 1980 un grupo de soldados de la armada del país ingresa a la residencia de Tolbert a exigir el pago de sus salarios. Como nadie los detiene, siguen a su habitación y lo encuentran durmiendo. Visualizando su oportunidad los soldados asesinan al presidente, le arrancan las entreñas y las tiran al patio interior para que sean devoradas por los perros. Samuel Doe, el líder y más grande del grupo, proveniente de una tribu de la selva, toma las riendas del país interrumpiendo la dinastía américo-liberiana. El partido único de Liberia cae antes de que el futuro delantero empiece a jugar.

En 1981, a los 15 años, el joven Weah arranca su carrera en un equipo de la isla en la que nació, el Young Survivors of Clartown. Cuatro años le toma llegar a la Premier League liberiana en la que pasaría por dos equipos, primero el Mighty Barrolle y luego el Invincible Eleven. Para 1988 recibe su primera oferta para un contrato profesional con el Tonnerre Youndé de Camerún que le permitiría cobrar, a sus 22 años, un sueldo que nunca hubiese imaginado. Ni hablar de lo que le sucedería más tarde en aquella misma temporada, cuando nada menos que Arséne Wegner, el entonces técnico del Mónaco F.C., le pone los ojos encima.
Si les parece que la vida de George cambió de manera increíblemente vertiginosa en la década del 80, imagínense lo que fue la de Samuel Doe, quien de un momento a otro pasó de ser un soldado que a duras penas sabía leer y escribir a nada más y nada menos que el presidente de su país. El principal problema era que ni por asomo estaba preparado para la tarea que le había tocado y en estas circunstancias la ignorancia se convierte inevitablemente en corrupción. La independencia de los américo-liberianos y el final del partido único no fueron de ninguna manera el final del conflicto para el castigado país de África occidental.
Doe continuó siempre con la línea de sus antecesores y lo que lo hacía peor era que él no tenía cien años de respaldo en el lomo como ellos. Entonces vivía desconfiando. Todos eran posibles golpistas y todos querían lo que solo él poseía. Y Samuel respondía de la única manera que había aprendido, con violencia. Un caso muy similar a lo que fue la dictadura de Amin en Uganda, bastante bien pintada en la película “El último rey de Escocia”. La cuestión es que Doe mató a todos los que pudo, a todos los presuntos opositores del Estado, pero era claro que su sistema tenía fecha de vencimiento ya que sus enemigos se acumulaban por todas partes. Sinceramente me sorprende que haya resistido tanto como diez años.
Mientras el ya delantero profesional de 24 años se acostumbra a su vida acomodada en el principado de Mónaco, en su país natal se desata una guerra civil.
Ante la crueldad del ejército de Doe, conformado exclusivamente por miembros de la tribu Krahn –únicos en quien confiaba el presidente por ser de su misma sangre –, los insurrectos se empezaron a organizar. Para 1989 existían dos fracciones que se le plantaban a Samuel en la puja por el poder. Por un lado, el equipo del joven Charles Taylor, un hijo de padre américo-liberiano graduado en ciencias económicas en la universidad de Massachusetts que trabajó primero para Doe, fue acusado por este de robarle un millón de dólares, escapó a EEUU, fue capturado y deportado, para finalmente escapar de la cárcel y exiliarse en Costa de Marfil a la espera de su oportunidad. Por otro, a Prince Johnson, quien fue miembro primero del equipo de Doe y luego del de Taylor. Pero ahora él también se veía como un potencial aspirante al poder y alimentaba de nativos sus filas en la selvática periferia del país. A todo este quilombo se le sumaba la ECOWAS una organización de estados africanos occidentales cuya junta militar, ECOMOG, tenía por objetivo intervenir en pos de la paz de Liberia.
Algunos meses después de establecido este escenario, a principios de 1990, una tropa del ECOMOG desembarca en el puerto de Liberia. El ingenuo Doe llama algunos hombres y se acerca a ver qué pasa. Johnson se entera de este movimiento y sale en búsqueda de su presa a quién reduce a tiros en las piernas, luego lo ata y lo tortura mientras filma todo lo que ocurre durante unas largas 24 hs. Muchas fracciones de este video están disponibles en Youtube y en uno de estos se puede ver a Prince Johnson saboreando una Budweiser y disfrutando del show.
Muerto y olvidado Samuel, la ECOWAS y Johnson hicieron un acuerdo y el país tuvo un pequeño descanso de la brutalidad de los políticos. El poder pasa primero por un presidente designado y luego por un Consejo de Estado. Mientras todo esto sucedía Charles Taylor afirmaba las bases de su ejército del mal. Operaba como un autentico Wardlord convocando a almas olvidadas y vulnerables (en su mayoría niños) dándoles una identidad y un pequeño lugar en la consideración del mundo, es decir, una brillante AK-47. Todo esto hubiera sido imposible sin la billetera de uno de los pesos pesados del momento, Muamar el Gadafi, que intentaba germinar un grano más en el culo de la ONU. Increíblemente estos aliados lograron amedrentar a gran parte del padrón que votó en las elecciones de 1997, permitiendo que Chales Taylor llegue a la presidencia y que en los libros de historia se empiecen a escribir las primeras letras de lo que será la segunda guerra civil de Liberia.
Charles Taylor y Muamar el Gadafi
Pero no perdamos de vista a nuestra verdadera vedette. George Weah, cuya familia vive exiliada en Nueva York, gana en el 91 la copa de Francia lo que lo catapulta al Paris Saint-Germain para la temporada 92-93. Se convierte en el goleador de su equipo y llega hasta la semifinal de la copa de la UEFA, además de ganar la Copa de Francia. Al año siguiente es campeón de la liga, llega hasta semifinales de la Recopa de Europa y logra el bicampeonato de la copa de su país. Pero es en su tercera temporada que, el oriundo de un país africano que no muchos conocían, se roba la atención del mundo futbolístico cuando sale goleador de la Liga de campeones dejando afuera al Barza con un gol en el Camp Nou. Nuevamente las semifinales serían su techo, ya que su equipo queda eliminado con el Milan.
Justamente su verdugo, decide ficharlo inmediatamente y George se vuelve el sucesor del recién retirado Marco Van Basten. En la primera liga con el equipo italiano comparte la titularidad con Roby Baggio y Simone, pero eso le alcanza para ser el máximo artillero de su equipo y estos goles los llevan a festejar el título de la liga. En ese año 95, recibe cuatro premios dentro de los cuales se destaca el de Mejor jugador de la FIFA y el Balón de oro, que por primera vez fue otorgado a un no europeo. Las dos temporadas siguientes no serían buenas para el Milan, pero el liberiano volvería a ser el máximo anotador. Finalmente en la liga del 98-99, compartiendo delantera con Bierhoff, vuelve a gritar campeón siendo Capo Canioneri.
Pero George tiene para esa época ya 33 años y aquella temporada sería el final de la curva ascendente de su carrera. Desde ahí hasta agosto de 2003, momento en que se retira, pasa por varios equipos sin pena ni gloria, dentro de los cuales están incluidos el Chelsea, Manchester City, Olympique de Marsella y el Al-Jazira. En las eliminatorias para el Mundial de Corea-Japón en 2002 jugando para su selección queda un punto por debajo de Nigeria, el último que se clasifica y a George se le escapa la posibilidad de cumplir un sueño que ya nunca podrá alcanzar.
En su país, Taylor reproducía los martirios que se habían sostenido históricamente, primero durante la hegemonía de los americo-liberianos y luego en el mandato de Doe. La única forma de mantenerse en el poder era eliminando la competencia. Incluyendo esta vez a comunicadores, activistas y lo que venga. El terror que vive Liberia empapa los ojos del mundo entero. Fue necesario que surgiera un movimiento de mujeres cristianas y musulmanas por la paz liderado por Leymah Gbowee para que el tirano se sienta en un callejón sin salida. De esta manera abandona en 2003 sus devastadas tierras por un asilo en Nigeria.
Increíblemente Liberia se prepara para elecciones sin condicionantes y George Weah siente que toda la energía que había puesto en llevar a su país al Mundial, lejos de perderse, se transforma en una oportunidad inesperada. Se presenta a los comicios y de 23 candidatos de la primera vuelta, Ellen Johnson-Sirleaf y él llegan a la segunda. El exfutbolista y embajador de UNICEF que no había completado la escuela secundaria y desde hacía quince años que no vivía en el país, se enfrenta a una mujer graduada en Harvard que trabajó en el Banco Mundial y parece mejor preparada, pero que poco entiende de la idiosincrasia liberiana, ya que siempre vivió en los EEUU. Esta vez a Weah le toca esperar y Ellen se convierte en la primera jefa de estado africana electa.
Entre las primeras medidas de la nueva presidente, se establece la obligatoriedad del título universitario para ocupar un cargo político, lo que compromete las posibilidades de George. De todas maneras no se rendirá tan fácil.
Radicado en Miami, termina la secundaria a sus 41 años y estudia administración de empresas y criminología. Vuelve al país africano para comenzar de nuevo y desde abajo su carrera política… o bueno, desde el medio. En las elecciones del 2011 va como vicepresidente de Winston Tubman, pero tampoco logran acceder al poder. George decide buscar por otro lado. Toma envión nuevamente y en 2014 consigue un lugar en la Cámara de Senadores de su país. Finalmente, ya mucho más seguro que la primera vez, se presenta en las elecciones del 2017 como candidato a presidente.
Hace algunos meses George Weah agarró un fierro caliente, una verdadera pesada herencia. Su pasado personal es ejemplo de superación y su futuro inmediato es la oportunidad de dar continuidad a la mayor meseta de paz que jamás haya experimentado Liberia. Paradójicamente, Ellen Johnson-Sirleaf, Premio Nobel de la Paz, contra quién había fracasado primero y quien lo mandó después a estudiar, fue ahora la que le cedió el mando en lo que fue la primera transición no violenta entre partidos en toda la historia.
Uno de sus hijos, Timothy Weah, juega en el PSG y en la selección de EEUU. Metió su primer gol el otro día contra Bolivia. A pesar de que esta vez su país tampoco clasificó, no hay dudas de que la dinastía Kru seguirá dándonos que hablar. Dentro de muchos años, cuando sea viejo y se retire, George podrá juntar a sus cientos de nietos a la sombra de un árbol de Monrovia y contarles increíbles anécdotas sobre su vida. Pero siempre se le anudará la garganta y siempre se le partirá el corazón cuando alguno le pregunte… Y abuelo…. ¿llegaste a jugar un Mundial?
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