Ella -no- vendrá


Por Nacha Morales

Yo ya te lo expliqué. No es que no quiera viajar con vos. No quiero viajar con tu ansiedad. No quiero sentir su peso en mi espalda o entre las sienes. Cuando digo en la espalda, no es una metáfora. Es una sensación real. Física. Debajo de los omóplatos. Me duele, me aprieta, me cansa, me succiona el placer. No quiero estar escalando y que me preguntes, cuánto falta para llegar. No escalo para llegar. Escalo para escalar, para respirar el aire a otra altura sobre el nivel del mar, para sentir el sol más cerca, para ver el mundo con los ojos de los pájaros. No quiero llegar. Y cuando llegue, probablemente no quiera bajar; y quiera estabilizar mis latidos, sentirme más cerca de las nubes, en medio de la nube, respirar, llenarme de aire, eliminar el dióxido de carbono. Si estás ahí genial, me encanta, subamos juntos, disfrutemos de un tiempo en las alturas, bajemos, lo que quieras, pero este viaje es mío, el tiempo es mío. Todos los viajes son míos y tuyos a la vez, sí. De cada uno y de los dos. La que no quiero que venga es tu ansiedad, porque entonces el viaje ya no es tuyo, ni mío. 

Es de ella, nos lo robó.


Este texto surgió de los Talleres de escritura creativa de Wacho.

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