Carta en la orilla


Desde que estoy con vos, algunos abismos se transformaron en orillas. Y cada tanto, además, me animo y me meto a bucear. Es cierto que a veces siento miedo. Es que estar así, feliz, en estos tiempos, me da desconfianza. No sé bien donde voy a pisar, qué es lo que hay en el fondo. Incluso dudo si realmente existe un fondo.

Ya sé que me vas a decir que no me puedo relajar, que debería disfrutar más estos momentos. Y tenés razón, pero pará, que gracias a vos algo cambié. Como te dije, antes solo había abismo del otro lado. Y de este, una jauría de leones que me acercaban cada vez más al precipicio. Y ahora estás vos. De este lado y del otro.

Y me tranquiliza. Por un rato no pienso en nada malo. Me dejo llevar, como una mancha arrastrada por un río bravo, me vuelvo cristalino y me desnudo entre tus brazos.

Quizás ese sea el triunfo. Por un momento, que puede durar mucho tiempo, poder estar en paz y moverme. Recorrer, sin miedo de caer, las piedras y los caminos.

La otra noche me diste un beso en la frente. Vos creíste que yo dormía. Yo me hago el dormido para espiarte, para ver cómo te movés en la sombras. Y sentí tus labios, justo encima de mi ceja derecha. Me sellaste para que no tuviera pesadillas. Porque yo sé, que vos me podés cuidar incluso en los sueños.

Te dejo esta carta justo en la orilla. Capaz el viento la empuje al agua como vos me empujas a mí.

 

 

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