¡Bienvenidos al Metaverso!


Cap. 1: Bienvenido al Metaverso

Primero lo primero: ¿qué es el Metaverso? Con solo googlear la palabra cientos de notas de distintos medios te van a aparecer con noticias que parecen sacadas de una novela de Philip K. Dick pero que son 100% ciertas. Islas virtuales que se venden a precios irrisorios, pasaportes para naciones a las que solo las podés visitar con anteojos de realidad aumentada y hasta zapatillas Nike que nunca vas a poder sentir en tus pies pero que sí las vas a poder comprar y customizar en este universo. 

El término proviene de Snow Crash, una novela de ciencia ficción escrita por Neal Stephenson en 1992 donde describe un espacio virtual colectivo compatible y convergente con la “realidad real”. Básicamente, el metaverso es uno o varios entornos donde interactuamos social y económicamente a través de avatares digitales en un ciberespacio, que a su vez actúa como una metáfora del mundo real, pero sin limitaciones físicas o económicas.

Y como todo nuevo mundo que se va creando, el Metaverso es un espacio que hoy carece de reglas, normas y leyes. ¿Debería importarnos? Claro que sí, porque detrás de este universo hoy casi anárquico hay compañías que poco a poco van a intentar definir y estipular sus propias normas y esto podría ser el principio del fin. ¿Estoy siendo un tanto apocalíptico? Algo así, pero si no empezamos desde ahora a trabajar por un espacio libre y abierto para todos, compañías como Facebook, Google y Amazon van a imponernos sus reglas sin previo aviso. 

Hace poco Zuckerberg presentó el nombre de su nueva empresa (que engloba todas sus redes sociales y derivados) y decidió llamarla Meta. ¿Casualidad?, lejos de. Obviamente el dueño de Facebook eligió este nombre para empezar a moldear en el imaginario colectivo lo que podría ser un universo para todos, hoy parece ser más el capricho de una empresa. En esa presentación también nos mostró lo que él se imagina de este nuevo mundo, un espacio donde con avatares podríamos trabajar, socializar y hasta vivir sin vernos las caras en ningún momento. 


Cap. 2: Probando la bestia

Ver a Mark Zuckerberg en ese formato animado, una especie de dibujito de principio de 2000, me generó intriga y mareo al mismo tiempo. Y en cantidades iguales. Ponernos en la piel de un avatar digital para empezar a vivir una vida ficticia en un mundo digital es algo que, de momento, me da un poco de náuseas. Pero a su vez, ese formato parecido al de los personajes de la WII (una consola de Nintendo que salió en 2006) me hizo esperar con ganas la posibilidad de probar por primera vez en mi vida los Oculus (la gafas de Facebook para entra a este mundo de realidad virtual) y “teletransportarme” a ese ciberespacio donde “todo es posible”. 

Como todo avance revolucionario y futurista, pensé que iba a tardar bastante tiempo en llegarme la oportunidad de probarlo. Pero por esas cosas del destino, el martes pasado un compañero de trabajo los trajo con la intención de probar cómo podríamos introducirlo poco a poco a nuestra cultura del trabajo. Y sí, el futuro llegó (hace rato…).

La cosa es que te ponés los Oculus (unos anteojos parecidos a los que se usan en la realidad virtual) y dos controles (uno en cada mano), y en pocos segundos viajás a una dimensión totalmente desconocida. Un mundo de ensueño, virtual, falso pero amigable, adaptable a caprichos y gustos, fantasioso e infantil. Un mundo, básicamente, irreal pero que poco a poco podría ser nuestra nueva realidad. 

Ahí viajé por “mundos” donde podía visitar casas de desconocidos equipadas al palo como las que hacía de chico en Los Sims, conferencias en vivo dadas por algún gurú del Metaverso, fiestas de cuatro o cinco personas donde podía bailar y hasta enamorarme por primera vez. Y digo primera vez, porque en el Metaverso todo es una primera vez. 

Fue una media hora super inmersiva y algo desorbitante. Salí mareado pero bastante extasiado de haber conocido una nueva realidad. Y entendí en primera persona de qué se trata el Metaverso y por qué hoy es tan importante en los debates sobre nuestro futuro. Porque es realmente un mundo nuevo, sin leyes y abierto a cualquier tipo de idea. Buenas y malas. Ideas que podrían marcar y cambiar nuestro futuro, hacerlo aún mejor o arruinarlo por completo. Ideas que, seguramente en un futuro muy cercano, empecemos a vivenciar todos los días y de manera cotidiana. Al fin y al cabo, el Metaverso es una bestia que quizás podamos domar o, en tal caso, nos termine comiendo a nosotros.

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