Me gusta la timba. Desde la adolescencia jugamos al póker o al truco con mis amigos por algunos billetes. Me divierte el Turf y más de una vez me subí al barco estacionado en Puerto Madero. Le he puesto unos morlacos a algún tenista o partido de fútbol y también me he rapado la cabeza por algún triunfo de mi equipo, pero a pesar de mi simpatía por ponerle un poco de picante a los juegos, nunca apostaría el nombre de mi hijo.
James Thomas, estadounidense fanático de Los Angeles Lakers, se sentía muy seguro de su cuadro al llegar a las finales de 1989 de la NBA. El equipo liderado por Magic Johnson, debía enfrentar a los Detroit Pistons, también recordados como los “Bad Boys”, quienes habían vencido a los Chicago Bulls de Michael Jordan para llegar a este encuentro decisivo con los Lakers.
Parece que al señor Thomas le gusta la timba más que a mí y ante la emoción de sentir que el equipo de Los Angeles iba a ganarle fácilmente al conjunto de Detroit, le prometió a sus amigos que si perdían esa final, él le pondría a su hijo el nombre de la estrella del equipo rival, Isiah Thomas, uno de los mejores jugadores de la década del 80 y parte de los 90. La apuesta era excelente y muy peligrosa, ya que compartían el apellido y lo único que había que hacer era copiarle el nombre de pila.

¿Quién ganó la serie?
Ese mismo año nació, Isaiah Jamar Thomas, hijo de James Thomas, quien odiaba a Isiah Thomas. Las apuestas hay que cumplirlas.
Para alivianar un poco el dolor y no sentir tanta humillación le agregaron una “a” antes de la “i”. Dibujó un poco el nombre que iba a llevar su hijo, pero no había vuelta atrás, fonéticamente iba a llevar el mismo nombre del jugador que detestaba. Imaginate un fanático de Boca que se apellide Francescoli y le pone a su hijo Enzo o algún socio de River de familia Riquelme que le haga el carnet a su hijo con el nombre Juan Román.
Para peor, el pequeño Thomas, no se dedicó a la carpintería ni se convirtió en médico. Es jugador profesional de Básquet y juega en la misma posición que ocupaba la leyenda de Detroit.

Tengo que admitir que durante algunos años pensé que estos dos eran padre e hijo- a varios les pasó lo mismo seguramente- hasta que quise saber un poco más de la historia de ambos y me encontré con la sorpresa de que lo único que compartían era el apellido y jugar de base en la NBA.
No creo que el señor Thomas este con la idea de tener muchos más hijos pero me gustaría avisarle por las dudas que hay miles de libros para ayudarte a encontrar el nombre de un hijo, también se puede recurrir a un nombre de legado familiar o hasta la moda misma. Cuidado con el fanatismo extremo, la pasión descontrolada por la timba o hasta el exceso de confianza, porque como a Thomas, te puede salir el tiro por la culata.

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