Amor en tiempos de Tinder


Domingo 7 pm.

Mmhhh nop. Esta? Sí. Corazón, corazón, corazón, cruz. A ver las otras fotos. Tiene amigas lindas, podrías ser para salir de a muchos. A la derecha. Cruz. Corazón, corazón, match.”

Su foto de perfil era la que más le gustaba. Estaba solo, con una sonrisa de oreja a oreja de frente con una mirada intensa y un gran paisaje montañoso de fondo. La había sacado en el último viaje con su ex novia al sur. Creía que era de uno de los Siete Lagos, pero no recordaba muy bien cual. El resto lo describían un poco: con sus amigos jugando al fútbol siete en Pilar un día soleado de noviembre, tomando una cerveza artesanal en el bar que le queda cerca del trabajo y una última acariciando a su gata Coti Nosiglia. Sí, un poco de todo para que la chica que lo viera supiera bien a quién le estaba dando su corazón. Porque, al fin y al cabo, lo que buscaba era eso.

Hacía mucho que no se metía en Tinder. De hecho, lo había eliminado y vuelto a instalar hacía apenas cuatro días. Una noche medio borracha que volvió de bailar con amigas y con ganas de dormir abrazada a alguien. Pero no tuvo suerte… A partir de ahí cada tanto, más que nada cuando iba al baño o volvía en el colectivo, espiaba desde su celular a los chicos que merodeaban su zona. Algunos le parecían lindos, aunque la gran mayoría falsos: cuerpos trabajados en playas paradisíacas, jugadores de rugby queriéndola tener más larga que todos o rockeritos mujeriegos fuera de su alcance. Ella no sabía muy bien que buscaba, pero pensaba encontrarlo dentro de poco.

Tienes un Match!” le buchoneó el celular mientras miraba un capitulo de Love por Netflix. Esa pareja tan dispareja, del looser narigón y la solterona drogadicta tenía algo especial que le permitía seguir creyendo en el amor. No es que ella fuese drogadicta o que buscara alguien con extremidades grandes, pero el simple hecho de ver que dos personas podrían encontrar en sus diferencias una plenitud le generaba ilusión.

– Hola Sofi. Lindas fotos… Cómo andás?
– Hey! Gracias, las tuyas también. Dónde es la del bar que estás tomando cerveza?
– Se llama Charlone, es a una cuadra de mi trabajo en Colegiales. Te gusta la artesanal?
– Sí. Me encanta. Pero últimamente me parecen todas muy chotas, parecidas, como que está muy de moda y cualquiera se pone a hacerla.
– Ja, tenés razón. Pero este lugar es increíble. La fábrica está adentro del bar, tiene un patio afuera, es tranqui aunque va mucha gente. Si tenés ganas uno de estos días podemos ir, después de trabajar (emoticón dudando)
– Dale, puede ser. Te aviso en la semana, porque estoy a full con el laburo. Pero quizás el miércoles tipo 7 pueda andar (emoticón de guiño)
– Bueno, avisame. Es por Freire y Lacroze, yo trabajo a dos cuadras. Me libero a esa hora así que avisame cuando quieras y arreglamos.
– Ok, beso.

Miércoles 3:30 pm

La semana había sido dura. Rosario lo había llamado para verse. Desde que cortaron, hacía dos meses, nunca más habían hablado ni se habían visto. Le había dicho que quería verlo, necesitaba hablar con él de algo. Pero que no se asuste, nada grave. Lo extrañaba. Él no sabía a esta altura que quería. Volver no parecía ser una opción, aunque la soledad de los últimos días lo había golpeado fuerte. Sus amigos estaban organizando un asado para el jueves y de los 7 solo dos no iban con su pareja: él y José, el soltero fiestero del grupo. Por eso es que se aferraba a esa pequeña ilusión de tomar una cerveza en Charlone con Sofía, esa chica hermosa que había encontrado en Tinder que le parecía tan fuera de su alcance pero que le había “prometido” avisarle si el miércoles podían verse. Eran casi las cuatro y todavía nada.

El lunes había empezado como todos los lunes. 7 am arriba, café negro para despertarse, ducha tibia y al colectivo a cara lavada. Poco le importaba, su rostro era casi perfecto y sus imperfecciones la hacían todavía más linda. Ojos verdes semi rasgados, un lunar en la pera y una nariz algo corrida para la izquierda. Los cuarenta minutos de colectivo al trabajo eran lo único que la separaban de lo tedioso y rutinario que era su vida durante la semana. Esa rutina, esa cosa que pasaba por sus ojos una y otra vez como un disco en repeat o una cadena de montaje sin descanso, la estaba hartando. Ya era miércoles y sentía que nada había cambiado desde esa mañana monótona de lunes. Para colmo su jefa se había empecinado con un informe estúpido sobre alguna boludez que muy poco le importaba y que pocas ganas tenías de hacer. Era miércoles, pero parecía lunes…

– Hola Facu. Todavía sigue en pie lo de hoy. Tengo un día de mierda, me vendría bien una birra después de laburar.
– Sofi! Cómo va? Mirá, yo saldré tipo 7 hoy del trabajo, si tenés ganas nos encontramos en Charlone. Te invito una birra y nos conocemos.
– Sí dale, después pasame bien la dire así veo que me tomó. Soy medio cuelgue y me pierdo fácil.
– Dale, es Freire y Lacroze, casí en la esquina. No sé por dónde andarás pero el 39 por Palermo te deja bien.
– Sí, perfecto. Seguro me tome ese. Te escribo cuando salga. Beso.

Miércoles 5:45 pm

Se puso nervioso. Masticaba casi todos los pellejos de sus dedos. Rosario le había pedido de verse esa misma tarde. La misma en la que había arreglado con Sofi. No sabía muy bien qué hacer. Por un lado se moría de ganas de volver a verla, saber en qué andaba, que le dijera que lo extrañaba, si había estado con alguien más en todo este tiempo, si era mejor que él, si todavía lo quería. Por otro, ese Match de Tinder lo había dejado ilusionado toda la semana. No sabía muy bien con que iba a encontrarse; ¿una mujer hermosa pero no mucho más? ¿Quizás unos besos un miércoles? Con mucha suerte iban a dormir juntos. Pero tal vez podía llegar a ser una pérdida de tiempo. Miraba el monitor de su computadora, tenía abierto el Whats App web en la conversación con su ex y en la mano sostenía el celular. Incómodo. Ya no quedaban pellejos por morder, de hecho uno de sus dedos gordos sangraba.

Miércoles 6:45 pm

– Salgo! Llegaré 7 y 10, pero esperame que llego seguro. Cualquier cosa, me gusta la IPA.
Qué boluda, me olvidé pedirte el celular para avisarte más fácil, igual estás a dos cuadras así que te chiflo cuando baje del colectivo (emoticón carita con dientes juntos)

Miércoles 7:12 pm

– Facu, llegué. Te espero adentro? O ya estás? Avisame que hace un poco de frío…

Miércoles 7:24

– Boludo, dónde estás?! Estoy como una pelotuda esperándote. Ya te busqué adentro y no te veo. Por lo menos no hay nadie parecido al de las fotos que tenés. Es una joda? Ojalá no me hayas dejado plantada (emoticón cara enojada)


Jueves 7 am

Miró su celular. No podía creer lo que le había pasado. Ese forro la dejó plantada. Abrió una vez más el Tinder para putearlo, o ver si por lo menos tenía un mensaje pidiéndole perdón. La conversación tenía una sola persona. Facundo ya no existía. Ese pibe que parecía simple, lindo, amiguero y amante de la cerveza artesanal era un fantasma. Ahora la soledad le pegó fuerte a ella. Volvió atrás y acostada con un ojo abierto y otro cerrado volvió a empezar: corazón, corazón, corazón, cruz, corazón, match.

2 Comments

  1. Ana Caro
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    Está bueno, me gustó, es simple y entretenido.

    • agchester
      Responder

      Facu, ponete las pilas !

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