A través de mi lente: Sur, paredón y después

Se aproximan las vacaciones y muchos argentinos soñamos con conocer las playas de Brasil o del caribe, las ruinas de Perú o grandes ciudades como Nueva York o París, dejando como segunda o tercera opción el sur de la Argentina. Imaginamos que al estar dentro de nuestro territorio, en algún momento vamos a ir y que no hay apuro por conocerlo. Error. En la Patagonia de nuestro país, está la crema.

Hablo de un lugar que no pierde el tiempo, ni se deja estar. Un lugar donde el invierno y el verano compiten cabeza a cabeza por ver quién gana, por ver quién es el mejor. ¿La nieve o los lagos? ¿Esquiar en los cerros o chapotear en aguas cristalinas? ¿Montañas nevadas o verdes furiosas?

En esta oportunidad quiero mostrarles la naturaleza infinita que ofrece la ciudad de Bariloche y la legendaria ruta 40 en su recorrido por los siete lagos, desde Villa La Angostura hasta San Martín de los Andes en el mes de enero.

Días interminables. Dieciséis horas de luz natural entre mates y cervezas hasta la caída del sol. Atardeceres que te dejan estático, sin pensar, hasta el último color que se apaga. La noche llega plagada de estrellas fugaces, vino, fuegos, risas, guitarras y si aparece alguna bolsa de hielo, el fernet hace su entrada triunfal en una hermosa recortada. Dormir es solo un trámite. Es lo de menos. Lo importante es despertarse para volver a sentirse más vivo que nunca.

Montañas, lagos, bosques, colores, carpas, cabañas, bicicletas, camionetas, autos, mochileros y fuegos rodeados de almas alegres. La autenticidad de un lugar único a través de mi lente.

Como perro por la ventana